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lunes, 27 de julio de 2015

Oda D&D, tercera parte

[Actualización final: miércoles 29 de julio, 09:00 (edición menor]

Este texto, que comencé hace mucho tiempo, y recién reencontré y terminé, está dedicado a los buenos amigos con quienes durante mucho tiempo jugué Dungeons & Dragons (ah, las delicias de la ñoñez), y es en buena medida continuación de un par de textos titulados:


Venga, pues.

- - -

Ciclos de sol y de luna
uno a otro en estampida
han pasado y la partida
no hay modo que se reúna.
Si bien sabemos que una
parte se ha juntado ahí,
también sabemos que y,
aunque sea bien recibida,
una parte de partida
no es una partida en sí.

Lo que daría si pudiera
una vez más ser el máster.
Ni una Fender Stratocaster
y un contrato de disquera
se me antojan tanto: Quiera
la fortuna que se pueda;
que se termine la veda,
se reúna la partida;
preparemos una huida
y retomemos la vereda.

En eso estaba pensando
el licenciado Linares:
en fantasiosos lugares
en vez de estar diseñando.
Ese día él estaba al mando
de todita la oficina
y se metió en la cocina
aprovechando la fiesta
para echar la buena siesta
después de una gelatina.

Sentado, pues, en la silla, 
cabeceando sin reparo
pensó en algo un poco raro:
Le apretó una zapatilla
o zapato con hebilla
de los que él utilizaba
sólo cuando viajaba
a la feria pueblerina.
Entró, pues a una cantina
y se vio luego que cantaba:

Oh, dios Boccob, el gran sabio,
canta dónde están los héroes
(o, bueno, los antihéroes);
dímelo, guía mi astrolabio.
De lo ocurrido, un resabio
permanece en mi memoria:
recuerdos de fama y gloria,
luchas, premios y medallas
obtenidos en batallas
que pasaron a la historia.

Recuerdo también un risco
y un platanar abundante
(recuerdo muy agobiante;
tanto o más que el basilisco;
merecería un asterisco
con nota al pie del papiro:
“ * Esto fue sólo un suspiro
en medio de la aventura
de ahí en fuera, fue la cura,
cual espiritual retiro,

de la fatiga del mundo”).
Pero basta de coloquio,
circunloquio y vaniloquio,
y vamos a lo profundo,
sin perder ya ni un segundo,
a hablar lo que nos ocupa;
el tema que nos agrupa
y nos reúne en esta instancia
es de vital importancia
y lo observaremos con lupa:

De nuestros héroes, ¿qué ha sido?
¿Qué, de Nuye el formidable,
de Asteroth invulnerable,
de Ludwig, el deprimido?
¿Ali-Khan a dónde ha ido?
¿Qué ha sido de Beahrain-Jeno?
¿Y Frjöpjoffur? ¿Que ya es bueno?
¿Que Georgia lo recompuso?
¿Chuchoriethko se repuso
de su perfidia de lleno?

Boccob: no oigo que gloses...
Si entre tú y el Pelor charlan,
canta tú, Kord; canta, Fharlanghn;
canta, Obad-Hai; los dioses
mayores siempre traen poses
y se creen muy importantes
para hablar con ignorantes
mortales (así nos llaman).
Ellos sólo crean y traman
y proclaman hierofantes.

Y hete aquí lo nunca visto
en la historia conocida;
ni sabio alguno, ni druida,
ni doctor, ni genio, insisto,
pudiera haberlo previsto:
Se hizo de pronto un fuego
y toda deidad del juego
Calabozos y Dragones
para honrar a los campeones
entonó este canto luego:

"Localiza en el gran mapa
donde alguna vez vivieron
los héroes que nos reunieron:
En el Valle de Khal-Appa,
aún ahora, a espada y capa
viven Chuchoriethko y Nuye
(el que dice que no huye)
como los hermanos Borgia.
La lista también a Georgia
y a Ali-Khan, la bruja, incluye.


"(Ella sigue muy tranquila
dando clases en la escuela
y pronto hará a su madre abuela.
Mientras, Nuye ya maquila
una fiesta con tequila
para remojar los belfos.
¡Ni el Oráculo de Delfos
predijo con precisión
la nueva generación
de pequeños brujos elfos!)

"También Frjöpjoffur, si puede,
cuando lo deja el laburo,
pensando que en un futuro
no tan lejano quede
en su tan ansiada sede:
el valle de la araucaria
y no componga maquinaria
sino salte, corra y ría
antes que Alana y Sofía
salgan de la secundaria.


"No muy lejos vive Eufemia

(aunque no esté en la pregunta),
quien fungió de DM adjunta,
a quien esta vida premia
no con premios de academia
ni de institución alguna
sino con vivir en una
linda playa, y de pilón,
un familiar: el hurón
que comparte su comuna.


"Hacia el centro de Gencrah

se levanta Defetonia.
Desde antes de la Colonia
era ya una gran ciudá.
El buen Beahrein vive allá
y —¡vaya cosa!— se ha casado.
Matrimonio consumado:
Daniela Corro Paredes
es el vivo ejemplo, viedes,
del trabajo realizado.


"Puedes continuar el tour:

Si aúpas a tu rocino
y tomas otro camino
que avance, en cambio, hacia el sur
(lo decimos sin albur),
y sostienes bien la brida,
te encontrarás con el druida
Ludwig K., y el paladín
Asteroth, y así, por fin,
completarás la partida.

"Allá han ido, con los años
envejeciendo de a pocos,
unos cuerdos, otros locos,
ya muy sociables, ya huraños.
En los varios entrepaños
de libreros no-olvidados,
los personajes narrados
aprenden de arte y de ciencia
y suman puntos de experiencia
al auspicio de los dados.

"¿Qué otra cosa se le ofrece
a vuesa majestad gloriosa?
¿Quisiera alguna otra cosa
que este panteón pudiese
otorgarle a usted, maese?...
¡¡¡Bardo vil de pacotilla!!!"

Y una larga trompetilla
retumbó en el centro mismo
de la Tierra y un abismo
a la mesa de la silla

para siempre separó
(la silla en la que dormía
el Dungeon Máster, vacía),
y así el delirio acabó
tan pronto como llegó
despertando su emoción;
lo advirtió con aflicción:
los dioses ya se habían ido
y con ellos, el gran ruido,
que dio fin a su canción.

Los miembros de la partida,
aun distantes, no durmieron
esa noche; no pudieron;
lo impidió cruel y aguerrida
una voz desconocida
formada de muchas voces.
Tristes, alegres, feroces
ridículas y muy graves
duras, soberbias y suaves
les susurraban veloces:


"¿Qué sentimiento campea?
¿A qué viene esa congoja?
Mejor busquen ya su hoja
y reúnanse en donde sea.
El chiste es que se vea
que pa’ más la party daba.
Algo el Máster proclamaba
y a nos nos parece bien.
¿Quién dijo septiembre, quién?
¿Finde largo en Orizaba?"

martes, 2 de noviembre de 2010

Rol decimal

[Actualizada a las 10:00pm]

(Continuación de la calavera de Nuye).

Tras los cantos y los vinos
pa’ celebrar la no-muerte
de Nuye, a quien, por suerte,
salvó el dios de los caminos,
la party de adamantinos
héroes yace bajo tierra
descansando de la guerra,
de la peste y otros males,
en las zonas abismales
de una selva entre la sierra.

Pero no has de preocuparte,
escucha del canto mío;
aleja ese escalofrío
y disfruta de mi arte:
Los dueños del estandarte
del heroísmo más puro
’stán más vivos, me aventuro
a decir, que lo que nunca
han estado, y nada trunca
su vida en el pozo oscuro.

Y me explico, si prefiere
vuesa merced que lo haga:
La partida entera vaga,
como si se compitiere
(Behrein canta un miserere)
para ver quién vaga más,
y así llegaron nomás
por la leyenda local
a un baño de temazcal
para estar un rato en paz

antes de partir al viaje,
pues se acercaba la hora
tras semanas de demora,
de fiesta y libertinaje
(¡ah, con estos personajes!).
Así, pues, se despidieron
tan pronto como salieron
del baño de temazcal.
Alguno lloró (es normal:
eso todos lo admitieron).

Acaso por verse, todos
se sintieron remozados
al salir hacia los lados
a que partieron, ni modos.
O acaso fueron los lodos
del temazcal secreto
al que fueron como un reto
durante la gran verbena
lo que les quitó la pena
y la vejez por completo.

No sabían los precedentes:
aquella cueva lodosa
(nadie dijo alguna cosa
sobre las piedras calientes
más que Behrein, entre dientes:
“Oh, por Pellor, this feels good”),
era el lugar de virtud
que cantaban los sapientes:
Los manantiales, las fuentes
de la eterna juventud.

Partió, pues, solo, hacia el norte
el clérigo Berenjeno,
donde tradujo lo ajeno
con destreza y con buen porte,
esperando el pasaporte
muy pronto poder sellar:
ver, conocer y viajar
por decenas de países.
Solamente echar raíces
cuando encontrara su hogar.

Tomaron rumbo común
el ranger y Chuchoriethko.
Llevaban sólo refrezco
y algunas latas de atún.
El mediano montaba un
elegante pony blanco,
mientras Nuye, a salto y tranco,
avanzaba sobre él
como si fuera un doncel,
un virtuoso saltimbanco.

No tan lejos, Ali-Khan
—esa bruja poderosa,
certamente, ma che cosa!
que domina el huracán,
el rayo, el trueno, el volcán... —
con sapiencia natural,
a la juventud mortal
ella adoctrina con gana
pa’ que el brujo del mañana
sea un orgullo universal.

Con Frjöpjofur marchó Alana,
que aguantaba sus esquemas,
sus planes, estratagemas
y su mirada insana
con paciencia sisifeana
y dotes de enamorada.
La locura fue curada
y fray Frjöpjofur también
se hizo un hombre de bien,
sano hasta en la mirada.
(Al principio iba también
una dragona plateada)

Hacia el sur fue una partida;
eran dos: Ludwig Kaled
(medio elfo, sepa usted),
el aguerrido druida
con su armadura bruñida
y Asteroth, el paladín,
poderoso espadachín,
con deteriorada fe,
toneladas de HP,
argüendero y parlanchín.

Anduvieron largo trecho
por un risco interminable
y aunque no es recomendable,
recordando lo ya hecho
años antes, por despecho
del Master, sin tantas ganas
Ludwig devoró bananas
cual hambriento orangután.
Bastante mal acabó
cuando al fin se despidió
justo en Minas Tirithlán.

¿Volverán a estar, por cierto,
nuestros héroes todos juntos,
componiendo los asuntos,
desfaciendo los entuertos?
Quizá cuando ya estén muertos,
pero en verdad, nadie sabe.
Mientras, dentro’e lo que cabe,
y a la luz de la memoria
se rescatará una historia
de amistad. Esa es la clave.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Calavera local (para Nuye Formidablis)

Pos asegún que nos íbamos a juntar unos amigos que ya casi nunca nos juntamos, pero al final, como siempre, se rajaron, y ya no les pude leer la calavera que, a pesar de mi flagrante pereza, preparé pa la ocasión, y que sigue a estas líneas. [Aclaro que al final ya estaba muy cansado y me fue imposible evitar --pero igual lo lamento-- el ripio ese (jugamos/llamamos)]. Y dice:

- - -

¿Quién iba a decir, qué cosas,
que el Formidable Nuye,
quien busca, encuentra y destruye
a gnolls, goblins, mariposas,
dragones, duendes, esposas
y otras terribles criaturas
habría de morder las duras
piedras, el vil polvo? Hombre
valeroso y de buen nombre
también descansará a oscuras.

Azúcar, como cantaba
la cubana cantadora
al buen Nuye en mala hora
le trajo de calatrava
la cruz con la que peleaba:
una pinche hiperglucemia
que lo obligaba a la abstemia
de toditito lo rico.
Nuye cedió y abrió el pico
para proferir blasfemias.

Y aprovechando la cita,
sin repensar en los males
se comió quince tamales
dulces, cien calaveritas,
cuarenta donitas fritas,
tres litros de chocolate,
dos panes de muerto, un ate,
cuatro helados, seis paletas
y ciento veinte galletas.
—Ora, Nushe, comportate—,

dijo la terrible muerte
con su acostumbrado acento
argentino, ¡qué portento
de vozarrón, qué fuerte!
Le tocó la mala suerte
al buen Nuye, ya ni modo,
de hacer un hoyo en el lodo
—o en la tierra, que es lo mismo—,
de adentrarse en el abismo
y despedirse de todo.

Al réquiem fueron un Chusto
de mirada sospechosa,
un druida, el monje Sosa,
un buen clérigo robusto
—que, aunque un poco a disgusto
intentó con su peyote
y en nombre del tecolote
reanimar al susodicho—,
una bruja con su bicho
y el paladín Asterote.

No se veían hacía años
y no se reconocieron.
Casi hasta que se fueron
se trataron como extraños.
En el recuento de daños
fueron cayendo en cuenta
de que esas cosas lentas,
confundibles con mendigos
eran los viejos amigos
de mil batallas y afrentas.

Era tiempo del viaje;
nuestros héroes, con congoja
y llanto quemaron la hoja
del querido personaje.
Lo metieron en su traje
elegante, el de catrín,
repartieron el botín
y tras diez días de velarlo,
ungirlo y momificarlo
se despidieron por fin.

Decidieron irse juntos
pa recordar los momentos
en que cada uno a quinientos
enemigos daban puntos
finales. Sus asuntos,
no sin poco desacierto,
como todos van despiertos
sin simulaciones charlan.
De pronto apareció Fharlaghn
y les dijo, boquiabierto:

—¡El gran Nuye no está muerto,
sólo está tomando siesta!
¡Hay que armar una gran fiesta,
un gran toquín, un concierto
que celebre al ojituerto
y a su envidiable vida!
¡que cuente las horas idas
y todo el rol que jugamos!
¡Al Dungeon Master llamamos!
¡Que prepare la partida!—