Ay, amigos míos, tantas cosas, tantas, tantas que se desbordan, que se entrelazan, se enciman y pierden su sentido. ¿De qué dependerá todo esto? Ha pasado de todo en estos últimos meses y casi nada es bueno [Había escuchado antes que la tristeza es un virus]. Atisbos de satisfacción que se desvanecen al despunte del alba [No sea mamón].
Ayer comí un plato de pozole, que me ha recordado al amigo muerto. Era su comida favorita. Su mamá hacía ollas enteras, que su hermano y él iban comiendo poco a poco. No creo que hayan durado alguna vez más de una semana. No necesitaban otra cosa esos dos. Lo comían con muchísima salsa de esa tan picante que hace su mamá. Más de una vez me sacó lágrimas la salsa. Chiles licuados.
Pronto postearé un homenaje a la hermosa Tyrita.
Abrazos suficientes.
jueves, 13 de septiembre de 2007
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