Han pasado exactamente once meses desde ese día. He hecho cuanto he podido para avanzar en asuntos escolares (validé como servicio social el trabajo que he desempeñado en la Secretaría de Educación de Veracruz, trabajo en mi tesis y aprendo francés), y escribo tan constantemente como me es posible. Mis textos han cambiado mucho, de lo cual no estoy tan contento. Antes solía tomar cada nuevo texto como el principio de una serie, siempre; como un proyecto grande. Ahora contemplarlo de esa forma me es imposible, pues el mundo me lo impide, y he escrito textos breves que, aunque tienen principio y final, no dejo de sentir como inconclusos.
He cambiado también varios de mis hábitos y, me parece, hago todo de una manera mucho más metódica, más ordenada. Me voy pareciendo cada vez más a algunos de mis personajes y alejándome cada vez más de otros, originalmente basados por completo en mí y en mi forma de ser. Ha sido un año, como todos, minado de dificultades, pleno de sensaciones, aderezado con la normalidad del transcurso del tiempo.
Hoy, 17 de junio de 2008, me siento mucho más viejo que hace exactamente un año. Mucho más cansado. Me he vuelto aficionado a las rutinas y, aunque desde luego sigo disfrutando enormemente el pasar un buen rato con los amigos -y con las amigas, sobre todo-, no me permito algunas licencias que antes eran parte normal de mi vida diaria. Sí. Me siento mucho más viejo, y apenas tengo veinticinco años.
Y nada de esto me hace sentir mal.
=)
Abrazo a quien se deje.