Toda la ciudad, grandota, como es, huele a carne. Una delicia, hasta que has comido suficiente carne como para hacer reventar a cualquier ser humano. Ellos, los brontenses, ya están acostumbrados, y han perdido la capacidad olfativa que distingue el olor de la carne de todo lo demás (pavimento requemado, pasto requemado, autos requemados, personas requemadas -que, al fin, terminarían, supongo, oliendo a carne-).
En fin; una magnífica experiencia tapizada de eventos afortunados y actividades recreativas varias que me tienen ahora cansado como pocas veces, y con una semana de trabajo por delante. Me provocó una gran alegría estar en la graduación de mi querido hermanillo, Rodrigo; me provocó otra gran alegría ver a mi querido amigo Ш, al excelente D, a quien me encantaría conocer mejor; ver a Blancaq y Alfredux tan bien acomodados; ver a la parentela que ya es más brontense que otra cosa; y dar tan completos paseos en el corazón de la ciudad, a pesar de las ampollas.
Me encantaría volver pronto y haré lo que esté de mi parte para que eso suceda.
Qué post tan extraño.
martes, 3 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario