Hace unos días se me quemaban los dedos por escribir algo, cualquier cosa, por tener algo de tiempo pa postear. Tuve algunas ideas para las entradas, nunca las desarrollé. Espero baste para ustedes por ahora el saber que tendré un poco más de tiempo para dedicarle a este desma.
Estuve un par de semanas (y un poco más) en una oficina distinta a la mía, en la que trabajan dos muy buenos amigos, a quienes, tras esta experiencia, ahora respeto mucho más. Qué temple señores; aplausos para ustedes.
En esa oficina, estimado lector, hermosísima lectora, hay un permantente entorno de tensión. No es, no, que todas quienes trabajan ahí sean chismosas y sus viperinas lenguas las obliguen a estar más preocupadas por ver lo que hace el de al lado que por hacer bien su trabajo (que, al final, me parece, hacen bien), pero, fuck, con una que haya, todo se viene abajo. En esa oficina falta el aire.
Ah, claro, yo también tengo la culpa. Yo y mi estúpida imposibilidad para cumplir adecuadamente con los horarios. ¿Qué les puedo decir?
Abrazos pa todos. Salud y fuerza, Armando, Ernesto. In bocca al lupo...
jueves, 18 de diciembre de 2008
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