Disfruto de ese suspiro
Frente a la página en blanco
Y de pronto nace el poema
Horrible, sanguinolento, envuelto aún en placenta
Con su fea cara de rata
Me observa y llora y no sé qué hacer
Pienso que en nada se parece a mí
En nada a sus hermanos
¿Es que en verdad he parido este engendro?
Para en seco su llanto y me dice:
“Chinga a tu puta madre”
Y luego:
“¿Quién te crees que eres? José Agustín cambió de estilo hace muchos años
Y tú escribiendo pinches poemitas de la onda,
Ya ni la chingas”
Y yo, que me emputo, y que le digo:
“Tas pero si bien pinche pendejo: José Agustín, si te viera, se cagaría de la risa, y
si fuéramos amigos, me dejaría de hablar”
Y él
se queda callado medio segundo y
luego prosigue su llanto
Hasta sucumbir bajo una afable y obsequiosa almohada.
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