lunes, 11 de septiembre de 2006

Para desdoblar el mundo a cucharadas

Basta remedar caleidoscopios causados por barbitúricos más o menos poderosos denostando todo posible significado mediante el curioso mecanismo de anteponer los prefijos suficientes (reflejo de reflejos los espejos y la paternidad/los espejos y la cópula son abominables, etcétera). Una traspolación estática de liebres de algodonada coz en despavorido correteo.
Horrendo puchero de sábanas blancas, como dice la canción: Se nos vino el aguanieve caminando por la calle. Ernesto, sí, pero Ernesto el huracán, no el amigo muerto, ni quien finalmente sí asistió a recoger sus papeles, ni el que se ha perdido en felinos relucientes que regresan en madrugadas largas, largas sólo para recordarnos que existe.

Curar de espanto nuevo, viejo
como dice la canción;
curar de nuevo el viejo espanto (viejo)
con una poca de ron
Lástima que soy alérgico...

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