viernes, 10 de agosto de 2007

Segunda parte: película timburtoniana

Un embajador inglés y su escolta de dos son llevados a sentarse en el centro de la parte larga de la mesa, que no es muy grande (es como para ocho personas), del comedor. Se supone que es durante una guerra entre Inglaterra y Alemania, y la ropa es como de la primera Guerra Mundial. Están en un lugar neutral, dentro de una Londres ocupada: los alemanes son los anfitriones.

Las cortinas rojas, de terciopelo dejan entrever un volado blanco de tela fina (así está anotado en la libreta de sueños, pero no me refería a un volado, sino a la cortina que se pone bajo la cortina... no sé si me explico). Se cuela por arriba, por enmedio, por abajo, algo de luz apenas luz, muy pálida, que no alcanza a iluminar nada, sino que convierte a la oscuridad en penumbra. Alguien enciende una vela.

El personaje principal, el emisario, un perfecto caballero inglés, rubio, con ese tipo de bigote que se junta con las patillas (la clase de tipos que usan monóculo; aunque este no lo tenía), flanqueado por sus colaboradores. A la izquierda del que está a su izquierda, Nosferatu; de este lado de la mesa, dos tipos, trajeados, de espaldas. De repente se alcanza a ver parte de sus caras; los dos usan barba completa y se parecen mucho entre sí y a Mandrake. En ese momento, pienso que la peli tiene un toque como timburtoniano. Entra a escena Helena Bonham Carter con un vestido con mucho encaje, como de novia, de un rojo menos oscuro que el de las cortinas. Ahora SÉ que la película es de Mr. Burton.

El inglesito está en la pendeja; los tipos que están de espaldas le hablan, lo halagan, hacen bromas. Él ríe discretamente entre bocado y bocado; come carne roja con puré de papas. La carne está muy cruda, pero parece gustarle. La toma ahora se abre a wide shot y permite ver a los comensales de cuerpo completo; la mesa de madera sin mantel divide en dos la pantalla. El personaje de Helena Bonham Carter saca una especie de jeringa metálica enorme y apuñala con ella al escolta que está a la derecha del embajador (no sé si inyecta o no el contenido de la jeringa; el instrumento es, de todos modos lo suficientemente grande como para que no sea necesario). El inglés, que sonreía con la boca abierta, llena de carne, voltea a su derecha [Plano medio, se ven sólo el inglés y su escolta derecho, que cae sobre la mesa/travel con la cara del inglés que voltea/ se abre a full shot; el inglés en extrema izquierda]: Nosferatu ha saltado sobre la cara del escolta izquierdo; mucha sangre -y ya no estoy tan seguro de que sea de Tim Burton-.

El inglesito, al verse en aprietos, se para enseguida, e intenta huir por el pasillo que tiene a su derecha (¿por qué no saltó por la ventana?); Helena lo alcanza.

Ahora el embajador parece otra persona, lleva los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. A ratos parece (¿parezco?) amordazado.

Sí, ya el sueño cambió aquí, y ahora soy yo el que camina y uso jeans oscuros y una playera gris con un estampado que no distingo, una mujer rubia(ya no HBC) me hace entrar en una recámara pequeña; la toma es desde dentro; la recámara está pintada de un verde muy pálido o de blanco. Se supone que la mujer me matará, así que cuando entro, de algún modo cierro la puerta tras de mí, antes de que ella entre; ella había intentado que la puerta no se cerrara, con sus brazos, yo empujo con la espalda con fuerza hasta que la puerta se cierra. Le pongo seguro a la perilla -es una perilla normal-. Me deshago de mis amarres.

Recámara: pequeña; no más de 3.5x4 m; las paredes no son completamente blancas-y uno se da cuenta porque la puerta sí lo es- Hay una ventana grande, cuadriculada. Quiero decir, el diseño es como un enrejado cuadriculado, cada cuadrito tiene su respectivo vidrio. Hay un ropero, también completamente blanco, yo lo abro y busco en los cajones una playera que me servirá para escapar (no sé por qué sé que la encontraré ahí): aparece: tiene un mapa turístico de Londres. Sé más o menos dónde estoy, así que al escapar por la ventana podré ir a un lugar seguro.

me faltaba

un fragmento del paseo londinense con amigos;

en el camino, ya en tierra firme, visitábamos una especie de parque temático, que en mi sueño era esta especie de jardín frontal tipo suburbio gringo, con un árbol del que pendían harapos blancos/negros/grises transparentosos. Era una zona famosa del bombardeo alemán de la segunda guerra.

en el sueño hay una especie de reconstrucción histórica falseada, se acerca al clímax, y ahora sí;

Sueño del martes para el Dellira.

Rafael, Raúl, Ernesto y yo; el puente de Londres, aunque enorme y atravesando una gran extensión de mar (¿?). Está inclinado y tiene breves aceras a los costados. Yo llevaba una cámara fotográfica pero cayó al mar. "¿Quién diría hace una semana que íbamos a estar los cuatro acá en London?", perdemos tiempo en la plaza que está junto al puente, aún sobre el océano. Había tiendas, restaurantes y muchos vendedores de helado. Yo quería helado, pero los sabores que tenían no se me antojaban. Alguien más me condujo a los que me dijo eran los mejores helados de la plaza. Entramos a un local cuya fachada era de vidrio; él abrió, tomó un helado de nuez, que se me antojó mucho y llamó al dueño, un tipo rollizo, pero fuerte. Parecía más dueño de bar que de heladería, y de hecho, despachaba detrás de los congeladores. Me cobró el helado: ¡£30! ¡Los que venden en la plaza costaban £10! No, no; se me antoja, pero es caro. El tipo: No, es que valen la pena, que la madre, y yo: no; está caro; lo siento, me voy. Y me fui. Al reunirme de nuevo con mis compas ya no estaban ni Neto ni Raúl, y sí estaba Jean Paul. Yo propuse que nos fuéramos caminando a la famosa Venice Beach de London (¿?); Pol dijo que no había tal, que Venice Beach estaba en Nueva York; yo dije que no, que estaba la de NY y la de London. Comenzamos a caminar por la breve banqueta del puente chueco, mirando de vez en vez el mar.

Me desperté agitado, diciendo "Venice Beach no está en Nueva York; está en Los Ángeles". Por eso me acuerdo del sueño.

Hasta ahí la primera parte; al rato u otro día posteo lo de la peli que soñé.

Besus a las lectoras. Si algún lector quiere un beso, puede escribirme y mandar una foto a morshoil@gmail.com; igual llegamos a un arreglo.

lunes, 6 de agosto de 2007

En consecuencia

Hay ocasiones en que, para sobrevivir, se vuelve necesario perder por completo -arrancar de tajo- la esperanza. No la de la supervivencia, desde luego, sino la esperanza de la vuelta, del regreso, de la reconciliación. El comprender que de ninguna manera, de ninguna, volverán a estar juntos, ni siquiera como amigos -esa sería una manera, ¿no os parece?-. Aceptar las culpas y vivir con ellas, sin dejar que nos abrumen, sin sucumbir bajo su peso. Llevarlas guardadas en el bolsillo de la camisa, como una piedrecilla, más o menos del tamaño de una canica, lo suficientemente pequeña para que no nos moleste, y lo suficientemente grande para no permitirnos olvidar que sigue ahí, y poder, de ese modo, actuar en consecuencia.


foto: Jul Riera en flickr

jueves, 2 de agosto de 2007

kinda crazy o_O

Sinogan

Neupax

Paf...

Salús a tós.