p1) Una vez que la oscuridad comenzó a disiparse, un breve espasmo de locura nos sacudió. Supe nuevamente, o recordé, al igual que todos, lo que había sucedido mientras las luces estuvieron apagadas.
p2) M. Tarpin, el miembro más experimentado de la tripulación, había desaparecido, dejando en su lugar tan sólo un rastro negro, en el lugar en el que un momento antes había estado su sombra.
p3) Al principio, nadie quiso creerlo. Yo mismo pensé que se trataba, sin duda, de una broma de mal gusto.
p4) Todos habíamos escuchado, sin embargo, el grito desgarrador que presagiaba la calamidad que sobre nuestras cabezas se balanceaba como la espada de Damocles.
p.5) Cada uno de nosotros pudo observar el miedo en la mirada de los demás. Cada uno de nosotros pudo observar la sospecha en la mirada de los demás. Cada uno de nosotros estaba irremediablemente condenado.
...
Charles "Ofomo" Sinclair, At the sea; libro para niños ilustrado por Edward Gorey. Penguin. Boston, 1967, pp.1-5
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario