martes, 26 de diciembre de 2006

Sin (título)

I. Razones

Pfff... Cada vez que entraba al blog se me quitaban las ganas de postear pues sentía la imperiosa necesidad de continuar con el post guadalupano... ni pedo.

II. Continuación

Pues nada... la virgencita... su día... transmisión de un acto religiosoide por red nacional. Puagh... Me causa una cansada especie de escalofrío. Una forma extraña del hartazgo. Es un país extraño este mexiquito nuestro. Sacerdotes, políticos y policías conviviendo cotidianamente con narcotraficantes, asesinos, y mafiosos hijos de puta de toda clase, yendo a la iglesia cada vez que pueden... Yo que sé; la clásica del raterillo de alcántara que va a la iglesia a pedirle a la virgencita que salga bien el atraco...

Que la virgen de guadalumpen bajó del cielo -por cierto, justo en el cerro donde se solía adorar a la diosa Tonantzin, madre de Huitzilopochtli, el poderoso dios de la guerra (¿dios de los ejércitos? me suena, me suena...) que no es otra que la mismísima Coatlicue, la de la falda de serpientes, a la que muchos recordarán como un monstruo de bolsillo. Ummm, well, whatever; nevermind- y se le apareció al indito Juan Diego. Tsss... me suena a cuento chino. Y así me ha sonado desde hace mucho tiempo. Ese fue, de hecho, el comienzo de todo.

III. Opiate

De algún modo, debo exponer la manera en que mi fe y mi ánimo religioso se fueron degradando hasta convertirse en un sano y cínico ateísmo. Pero eso lo dejaremos para otra ocasión (que no necesariamente será en el próximo post).

IV. Nomás por el pinche gusto

Feliz navidad a todos.

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