(texto fechado el 5 de agosto de 2007)
Tenía la intención de recordar, al escribirlo, un cuento perdido, pero para ello necesitaría hacer uso de mi memoria, tan golpeada últimamente, tan ocupada en asuntos sin sentido... Dejé de intentarlo, pues un perro ladraba sus pulmones hacia afuera (PJ: barking its lungs out). Desde luego, sólo por molestar, dejó de hacerlo en cuanto comencé a escribir. Lo tendría todo planeado, sin duda.
Cuando me di cuenta de que el perro ya no ladraba, G. entró a la cocina y se puso a hacer algo, no sé qué y, con ese desconocido algo, bastante ruido.
A. solía decir que los Morales no podemos hacer nada sin ruido, que debemos hacer saber a los demás dónde estamos y qué estamos haciendo. Al escuchar a mi hermana servirse cereal desde el lado opuesto del departamento en que vivimos, no puedo sino sonreir un poco y concederle nuevamente toda la razón, como lo hice cuando me lo dijo, tras breve resistencia. Somos ruidosos, nosotros, los Morales.
miércoles, 2 de abril de 2008
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