martes, 25 de julio de 2006

De los payasos en el transporte urbano

¡Buenos días, tardes, noches, señoras y señores, niños y niñas, pasajeros y pasajeras, gentes y gentas!... (Es usted un pendejo, señor payaso. Por suerte hoy no vino su compañera). Estoy aquí para proporcionarles un rato de alegría, de sana diversión, porque yo estaba el otro día caminando por la calle (Vale madre, ya empezó...) y pisé un chicle y como yo soy tan pobre y mis zapatos están tan gastados (a huevo que va a decir lo del sabor que le vi al idiota de Pedrito Fernández en CMC antier...estúpido zapping) que hasta supe el sabor que tenía el chicle (y lo contó mal el pendejo) [Terrible cosa debe ser, estimado hombre parentético, tener siempre la razón] y el otro día que estaba lloviendo... (Bienvenidos a Xalapa) ¿Qué le pasa a usted, señor?, ¿por qué me mira así? Yo sólo estoy tratando de ganarme la vida honradamente. [Volteas. Te haces el desentendido] Le estoy hablando a usted [dice, y se inclina hasta que sus ojos están a la altura de los tuyos] No crea que no lo reconozco. Usté es el mismo que me echó a perder mi chou el otro día en el Parque Juárez. ¡No permitiré que se vuelva a repetir! (Pues si apenas se está repitiendo, pedazo de mierda...) [Te levantas del asiento propinándole un uppercut, le pateas los testículos, le das un codazo en la espalda y rematas con un puntapié en la sien cuando ya está en el piso del camión. Haces una caravana al respetable. Tras los aplausos te sacas el sombrero y caminas lentamente a lo largo del estrecho pasillo. Nadie da menos de cinco pesos].

-Mejor sígale, payasito, y todos tranquilos...

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