Fácil. Levantarse y seguir leyendo Rayuela que habías abandonado hace tres meses. Repetirse por quinceava vez en la semana que necesitas barrer y trapear el depa para cuando Oscar vaya a verlo. Seguir leyendo, leyendo. Al fin pareces decidido y dejas de confundir a Ossip, Ronald y Etienne. Rocamadour es el hijo, ¡el hijo!, aunque se llama Carlos Francisco, casi como tú (que no te llamas Carlos). Gracias a los artículos de La Mosca, logras reconocer a la mayoría de los músicos de jazz que aparecen a montones. Tu carrera también ayuda para los nombres de escritores y pintores y para la interpretación del texto en glíglico. Por fin hempiezas a hentender (heste Paco siempre con sus hejemplos).
Te notas demasiado parecido a todos los Julios que pueblan la novela. París está lleno de Cortázar y todos son Cortázar en París, aunque las mujeres no tienen barba (sí; estás seguro de haber visto fotos del argentino bien rasuradito
Pechuga de pollo al cilantro. Spaghetti Spaggetti Espagueti Schiutto al óleo y verduras al vapour. Paradójicamente Klee es mucho más modesto porque exige la múltiple complicidad del espectador, no se basta a sí mismo. Farewell, black pen, etcétera.
(Releyendo hasta donde había llegado, me encuentro con un boleto de Adeó Xalapa-Villahermosa 19/05/06 22:00 haciendo las veces de separador. Con razón. Estuve demasiado borracho todo ese tiempo. Me debí haber quedado a la semana de homenaje a José Carlos Becerra. Y ni siquiera estuve en el funeral.
Desde luego, todavía tengo que barrer y trapear el depa).
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