Qué chafo, dirá usted, querido lecter (véase la explicación que nos ofrece la famosa Jennívora), y tal vez tenga toda la razón, pero francamente ha dejado de importarme. Explico: Debido a mis múltiples ocupaciones, he decidido repostear (y no hablo ahora de pasteles) algunos textos que creo -presuntuosa y pedantemente, si así lo quiere ver- debe usted leer o releer, en caso de que ya lo haya leído antes.
Varias razones me han impulsado a ello; entre las que viene ahora a mi mente el post que habla sobre los secretos que el buen Matt tuvo a bien postear, y mañana mismo sabrá usted por qué, pero ahora mismo, comenzaré con un texto que tenía como borrador en mi bandeja, que posteo por primera vez, a petición expresa de Hugo Lara.
Venga, pues, la crapulencia:
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Etapa Buki y sueño extraño
Mi pobre cabellera se encuentra actualmente en el peor de sus estados. Ni corta, ni larga: no se deja amarrar (sale una coleta realmente ridícula cuando lo intento), y se ve terrible cuando está suelta; se viene a mis ojos cuando trabajo, o intento hacer cualquier deporte o ejercicio.
Tendré que cortarlo si no se ve bien para cuando sea la entrega de papeles, el 8 de septiembre. Ni hablar.
Sueño extraño
Mi pa y yo estábamos en un restaurante-cafetería tipo Sanborn's... o Vips. Sí, más bien como Vips. Él se paraba al baño tras quejarse por veinte minutos -en tiempo de sueño, no sé cuánto sería en realidad- del calor que hacía en nuestra mesa. Pensé entonces en ir a otra, que estaba dos escalones arriba, en donde el aire acondicionado se concentraba más, o el aparato estaba más cerca o algo así (esta segunda explicación la interpreto ahora; en el sueño simplemente estaba más fresco en la otra mesa).
Desde esta otra mesa, se veía todo verde.
No sé si mi papá regresaba.
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miércoles, 2 de agosto de 2006
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