Ya no fui a Villahermosa: demasiados pendientes; la tesis, sobre todo. Algo pude avanzar; no tanto -no- como quería, pero sí mucho más de lo que había hecho en los últimos meses. Estoy satisfecho con ello.
Dos semanas, y enseguida la costumbre (qué fácil es acostumbrarse a lo agradable, a lo rico, a lo bello) . Despiertar cuando el cuerpo así lo quiera, el ejercicio, el baño... El día de laburo comenzaba a las once de la mañana, terminaba a las siete de la noche y yo era feliz.
Y la gente, qué delicia; ¡la gente! Visitas sorpresivas y relatos de intriga; rock duro y va con todo, la voz sin duda ha mejorado; afianzamiento y refuerzo de lazos; lo inesperado y la magia que conlleva: energías fluctuantes; las personas que reaparecen tras varios meses y permiten reconocer que aunque pasa el tiempo -desde luego, y como dice doña Eugenia, pues si hasta la ciruela pasa-, la amistad sigue inmutable o, en todo caso, avanza. Han sido, sí, unas buenas vacaciones.
Ayer he vuelto al laburo, a la oficina, a las horas-nalga y el tiempo difuso iluminado por lámparas de halógeno. Nadie quiere estar aquí y se nota. Han bloqueado el youtube y el facebook; se escuchan gritos de desesperación, de desconsuelo.
No he podido hacer nada para levantarme temprano estos días: ayer, ocho de la mañana; hoy, ocho y cuarto; dos días sin ejercicio, un retardo y un descuento; c'est terrible. A mí, esto de los horarios no se me da.
Ah, sí; como la sutileza no pegó, lo digo de otra manera: no habrá regreso trascendental y triunfante; eso sólo pasa en otros blogs.
Abrazos.
martes, 5 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario