[con actualización musical]
La absoluta incomodidad que me provoca últimamente el estático ambiente en el trabajo y otras varias cosas —a saber: a, b, c— intentan sacarme a empujones de Xalapa. Quiero mucho a este lugar; recién he cumplido acá siete —¡siete!— años, y aunque he considerado la posibilidad de acometer una empresa que me obligaría a permanecer aquí, por lo menos, otros tres, realmente espero ansioso una noticia que me haría salir en algo así como un mes y medio.
Lo que aún me liga a este lugar, más que los espacios, los recuerdos, es un puñado de personas cuyo número, además, se reduce rápidamente, y aunque de un tiempo a acá he conocido gente con la que he desarrollado relaciones valiosas de manera muy rápida —sobre todo, para mis estándares—, cada vez que lo pienso, más apropiado luce el cambio.
En fin, todo parece estar en un nuevo proceso de acomodo, razono un poco y, en teoría, considerando la situación, debería sentirme satisfecho; no sé entonces por qué ni cómo es que, aunque nada me encadena a este terruño, sigue haciendo eco en las paredes de mi cráneo un tono sordo, extraño y cavernoso que repite "escapar, escapar"...
martes, 19 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario