Tras la gran pérdida has intentado revalorar lo que antes dabas por hecho: aunque las necesidades siempre han estado ahí, te dabas el lujo de postergar encuentros, prevenir discordias y olvidar acuerdos por estar desatentamente mirando al cielo -si nos iba bien; a veces simplemente dejabas que nos absorbiese el mundoestúpidavorágine-. El cansancio cobra su cuota, es cierto, pero ha valido la pena, sin duda. Caras nuevas, caras conocidas, caras caras y máscaras perfectas (que no difieren un rasgo de nosotros). Hace muchísimo calor en Veracruz.
¿Sueño? Mucho. Pero no podía dejar de postear hoy.
Por fin he visto a mi hermano.
sábado, 19 de agosto de 2006
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