martes, 5 de mayo de 2009

A manera de válvula de escape

Beh, que no va en serio, pues, que vos sabés que sho siempre... whatever. Algo de verdad debe haber en todas estas cosas, puesto que yo sigo pensando que eres tú. Y no, nunca eres tú, soy yo. Soy sho, che, vos sabés. Y esta locura que viene y se va. Nada de música en dos días. Teclas, teclas, teclas. Nunca pensé que llegaría a saber tanto sobre la Ley de Montes de Aragón, el Reglamento de Pesca, el de Caza, el de casa... casa (vámonos...). Permanecen los demonios. El universo se empecina en demostrarme que no le importa qué tan bien haga los planes, y yo a veces me siento a punto de... Casi nunca entiendo de dónde viene. Casi nunca, pero ahora sí lo sé. Y es que te quería ver, quedira mái quirade íam irme da aquí ir aquí dame (una mordida, compañera). Nunca antes había tenido nostalgia por el puerto de Veracruz y las puestas de sol en Antón Lizardo (fuera de analepsis: hubiera estado muy bien caminar sobre la arena o bajo ella en los túneles abiertos por el tiempo, los cangrejos y otros seres subterráneos).

Una puesta de sol, tres perros grandes, mi padre y su mujer, la guitarra y una tristeza ridícula, pero tan dolorosa como cualquiera. Y el mar

¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento
Ya tan sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.


No llevaba a Gorostiza, pero igual estaba ahí. Y yo estaba tan dormido, con los ojos tan cerrados... De eso debe hacer ya diez años. Estaba solo.

Hoy no me he sentido solo en absoluto. Pero esta piedrita en el zapato --¿efecto acaso de la reflexología?-- simplemente no me deja respirar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comentario en forma de desplante. Excelente blog. ¿literatura del absurdo? saludos.