domingo, 17 de mayo de 2009

mayo, mayo, mayo

Ah, que este mayo, con sus cosas... No había hecho cuentas, ¿sabes? Hacía tiempo que no pensaba en esto. Y es que fue en mayo, hace ya cuatro años, en que, estando lejos, todo cambió. Recuerdo perfectamente un miércoles 25 de mayo, final de la Champions, Liverpool-Milan. Cualquier aficionado lo recordará; el mejor partido de fútbol que he visto en mi vida. Llegué tarde a una comida en el Postodoro para celebrar el cumpleaños de mi hermano con él y con Gaby. Cuando comíamos el postre (un tiramisú de cuando todavía los hacían ricos ahí) recibí un mensaje tuyo en el que me decías cómo te gustaba ese hoyo de piedra, ¿lo recuerdas? Hasta entonces habíamos tenido una relación agradable, y cuando partiste para allá yo me di cuenta de que estaba enamorado, y decidí hablarlo contigo a tu regreso. El mensaje por celular y otros mensajes por correo electrónico que habíamos intercambiado por entonces (he corrido ahora a revisarlos) me decían que todo iba por buen camino. Cuando regresaste de allá, sin embargo, habías cambiado. Eras otra persona, con otra idea de lo que había entre nosotros. Nunca supe qué sucedió entre ese día, 25 de mayo, y los primeros de abril. Me gustaría preguntártelo (y no, no lo hubiera hecho de habernos visto; de hecho, si hubiera sucedido tal vez no hubiese recordado todo esto).

Me da gusto escuchar que tú estás bien. Yo también lo estoy, pero no por eso dejo de extrañarte.

Disfruta de tu nueva casa. Lo mereces.

1 comentario:

le consentement tacite dijo...

Mejor pensemos en este mayo, miércoles 27, otra final de la Champions, Barcelona contra el Manchester. Si le voy al primero cometeré una traición imperdonable -recuerda a quién le voy, el Bernabéu es su casa-, pero si le voy al segundo me sentiré culpable dado que, contrario a muchas chicas, no me gusta Cristiano Ronaldo, idiota, ni penales sabe tirar...